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Perspectivas

La Camerata Bariloche visitó el Hospital Italiano

Comencemos el año a toda orquesta...

Elaboramos un mensaje de salud, compartimos perspectivas con los integrantes de esta prestigiosa orquesta que trascendió las fronteras de la música y ya forma parte de nuestra cultura.

Por el equipo editorial de Aprender Salud. Nota publicada originalmente en la revista impresa, edición Marzo 2013.

“¡Escuchá! No sé qué está pasando en el Italiano que tocan música en la escalera” comentaba sorprendida una señora en su teléfono celular mientras los integrantes de la Camerata Bariloche improvisaban melodías con sus instrumentos. Es que, tras ser recibidos por autoridades del Hospital y compartir una amena charla, su visita se transformó en mucho más que una entrevista.

Al inicio del encuentro y siguiendo nuestra curiosidad, recordaron sus comienzos. Nos contaron que deben su nombre a la Camerata Fiorentina, al tipo de música que se realizaba en lugares cerrados, en las cámaras de duques y príncipes. Luego se adoptó este nombre para llamar a las orquestas pequeñas. 

“Y Bariloche tiene que ver con los orígenes en el camping musical de esa ciudad, donde se fue gestando la idea, donde nos juntábamos a tocar, también al apoyo inicial de la Fundación Bariloche.  La Camerata finalmente la funda en el año 1967, el maestro Alberto Lysy. De esa época, aún continuamos formando parte Andrés Spiller en el oboe y André Mouroux, en el violonchelo”, explicaron. 

¿Cómo es el trabajo del equipo, de los integrantes del grupo?
-Es como una obra de teatro, cada instrumento es un personaje distinto y todos cuentan una historia, dialogan, hablan todos a la vez... (risas). Es un trabajo en equipo en el cual cada integrante tiene su tarea específica. Cada uno se encarga de una parte y juntas hacen al todo, que es la música: una misma obra compuesta por distintas voces.

“Los valores que nos unen son el amor por lo que hacemos, el orgullo por lo que  representamos y la pasión con que ejecutamos.”

¿Cuál es el rol del director?
-Las cameratas tienen director sin batuta, es decir, dirige con el violín y con los gestos, concertino se denomina. Es la primera figura, la que representa la orquesta, toca de pie en el centro y ejecuta los solos del primer violín. Tiene una gran cercanía al grupo. Además, debe estudiar las partituras y preparar la orquesta, marcar los tonos, los ritmos. Toda la responsabilidad artística  recae sobre él.

¿Qué los distingue de una orquesta sinfónica?
-La primera diferencia es la cantidad de instrumentos, somos menos y, al cambiar la cantidad, cambian muchas cosas. Estamos compuestos por primeros violines, segundos violines, viola, chelo y contrabajo. Luego está el ensamble, cómo sonamos todos juntos. El compromiso con uno mismo y con el grupo es muy grande. Además está el extra que implica estar en la Camerata Bariloche, es como jugar en la selección, la gente espera un mínimo que tenés que dar, aunque nosotros no tenemos a Messi... (risas).

Se trata de un gran desafío...
-Es un desafío personal, quien escucha la Camerata espera mucho y el grupo está muy expuesto, a diferencia de una orquesta donde una sección de cuerdas puede tener 60 integrantes. Allí prima el conjunto, y eso tiene otra sonoridad, una paleta de colores más amplia, hay vientos, hay percusión. Acá somos más protagonistas. 

¿Qué sienten sobre el escenario?
-En el escenario la interacción entre nosotros es total, cada concierto es mágico y recordado, todos son distintos y el público lo nota. Es muy difícil, a veces en la música clásica, traspasar del escenario a la platea. Pero con la Camerata se hace muy sencillo, la concentración es total y la conexión con el público también.

Gracias a su trabajo la música clásica llegó a lugares poco frecuentes, son una orquesta muy conocida por la gente...
Tocamos en todo el país y con los años fuimos entrando en el imaginario colectivo. Pasa mucho que la gente conoce al menos dos nombres si le preguntás sobre música clásica: Teatro Colón y Camerata Bariloche. ¡Eso es increíble, sobre todo en el interior! 

¿Cómo lograron unir lo académico con lo popular?
-Hubo algo que ayudó a esa conjunción y fue que se hicieron muchas giras en la década del setenta con Eduardo Falú, quien atrajo muchísimo público que empezó a conocernos. Luego la Camerata pudo tener su convocatoria propia. También participamos en algunas películas y dimos conciertos gratuitos en la Facultad de Derecho. Tuvimos el privilegio de ser la orquesta argentina que tocó con una larga lista de músicos prestigiosos nacionales e internacionales (Martha Argerich, Ernesto Bitteti,  Astor Piazzolla, Jaime Torres, Yehudi Menuhin, Mstislav Rostropovich, entre muchos otros).

¿Cómo logra persistir un proyecto prestigioso y autogestivo durante 45 años?
-¡Es un milagro! (risas). Un poco es la mística de pertenecer a un grupo tan importante, de que -aunque es difícil- se puede perdurar en el tiempo, sumar prestigio y seguir encontrando nuevos proyectos, desafíos, siempre manteniendo el nivel. También la conciencia de saber que estamos en un grupo que busca la excelencia, que logró un gran prestigio. Por eso ponemos todos el hombro para que se mantenga.

¿Cómo se sostiene el desafío de perdurar?
-Las complicaciones son grandes porque es un trabajo que se muestra en los conciertos y no contamos con apoyo externo. Nos impulsa la historia del conjunto y el gran respeto a los maestros, nuestros profesores de música que pasaron por la Camerata, quienes la fundaron imaginando que era un proyecto que podía perdurar.

En la Camerata se encuentra mucha diversidad en los músicos y sus edades...
-En las orquestas se va dando un recambio generacional pero no súbitamente, entonces se van intercalando jóvenes, todo esto enriquece mucho el trabajo. La Camerata cuenta con integrantes de muchos países distintos: el director es de Chile, hay miembros de Rusia, España, Estados Unidos, Uruguay, Francia, Bulgaria... ¡Hasta hay argentinos! (risas). Siempre se trata de músicos a quienes conocemos en su trabajo y se los convoca por su talento. No es algo inusual en el ámbito de la música clásica. 

Suena la música, sobran las palabras...Y en el equipo de salud, ¿los pacientes estamos en la platea o formamos parte de la orquesta? 

 

Un momento mágico
Luego de la foto de tapa y la entrevista, invitamos a los músicos a tomar contacto con la gente, con los espacios. Y en lugar de producir fotos aconteció -en forma espontánea- una intervención, una inesperada conmoción del “aire” del Hospital. Todo cambió cuando hubo notas, contrapuntos, armonías, melodías. 

Lentamente se fue armando un círculo alrededor de los músicos, la gente se detuvo en la escalera, en los balcones, generando un clima casi de concierto. 


Y el sonido majestuoso de cuerdas y oboe, afinando, interpretando “sin querer”, atravesó el aire, el “silencioso” y apurado aire de hospital. 
Por unos minutos el sentido alegre y majestuoso de Mozart, Vivaldi, una insinuación de Piazzola, llenaron el espacio con respeto, calidez y elegancia.  


Todos agradecimos. 

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Participaron de la producción de fotos y la entrevista: Marta Roca Alonso, Pablo Sangiorgio, Gabriel Falconi, Grace Medina, André Moroux, Svyatoslav Poloudine y Andrés Spiller. Agradecemos también al Director Freddy Varela Montero, a la Coordinadora de Comunicación, Ana Villanueva y al resto de los integrantes de la Camerata Bariloche.