Aprender Salud
Lectores Escriben: ¿Para qué sirve la paciencia?
¿Qué es la paciencia, de qué está compuesta, tiene algo que ver con nuestra calidad de vida?
Margarita Schultz se pregunta si esta conducta, que requiere un trabajo, puede hacernos bien. Y comparte sus reflexiones en esta nota.
¿Estás en la cola de un banco, o esperando un turno médico -que se retarda-, tu cita no está llegando a la cita? Es habitual para esas situaciones y muchas otras, donde ‘la espera’ está en el tapete, usar el concepto ‘¡paciencia!’ Notemos esto: al pensar la idea de paciencia, su opuesto ¡impaciencia! asoma de inmediato.
Pero ¿qué es la paciencia, de qué está compuesta, tiene algo que ver con nuestra calidad de vida, es, acaso, un factor que contribuye a nuestra salud física y psíquica?
El idioma griego tiene una palabra para nombrar la paciencia, hupomoné. Era estimada como importante virtud, “la resistencia valiente que desafía el mal”.
Experimentar paciencia o impaciencia es, al parecer, un asunto de actitud y conciencia; cuando nos decimos ¡paciencia! queremos motivarnos para un determinado comportamiento Si, acaso, la paciencia es una conducta que pide calma y reflexión, la impaciencia sería, más bien, explosiva, en cierto sentido una reacción inconsciente. Solemos reaccionar con impaciencia frente a circunstancias negativas, en verdad, sin obtener resultados. Por eso me parece válido asociar la paciencia con la capacidad de soportar y lograr objetivos, y la impaciencia con lo opuesto, una vez más.
¿Cómo se constituyen esos comportamientos? En primer lugar, paciencia o impaciencia ocurren en el tiempo, se viven ‘en presente’; están especialmente vinculadas a nuestra percepción del paso del tiempo, y a la incertidumbre de ‘lo que será.
Paciencia e impaciencia son sobre todo conductas asumidas en la intimidad de la persona (conscientes o inconscientes).
Formulemos ahora esta potente pregunta “¿para qué?”… la cual se puede asignar a una multitud de situaciones… la paciencia, no se abstrae de la indagación. Reitero, ¿para qué sirve la paciencia? Sencillamente, y por experiencia, propongo esta respuesta: sirve para vivir mejor… Si observamos lo que sucede en nuestro organismo y en nuestra mente frente a los referidos comportamientos, creo que llegaremos a la conclusión de que la paciencia nos ‘hace bien’ y la impaciencia, no.
Cuando actuamos con paciencia, nuestros signos (presión arterial, pulsaciones…) se mantienen en rangos ‘normales’. La impaciencia, por su parte, nos altera, provoca hipertensión, dolores musculares, entre otros efectos negativos (Asociación Médica Estadounidense – American Medical Association).
Podemos coincidir en que la paciencia es una actitud asumida. No ‘sobreviene’, simplemente, sino que se consigue a partir de un esfuerzo de la voluntad. Es una elaboración de la espera. Por eso la paciencia no es un ‘don’, sino que se elabora, se construye.
Con todo, me parece legítimo no confundir paciencia con pasividad… Deberíamos diferenciar estas actitudes, ‘soportar’ y ‘aceptar’, de estas otras: ‘atonía’, ‘claudicación’. La paciencia es una conducta sensata y eficaz frente a situaciones difíciles, la pasividad habla de resignación, de derrota. Soportar y aceptar son ‘activas’, ‘atonía’ y ‘claudicación’, pasivas.
Entonces ¿cultivaremos la paciencia o nos abandonaremos a la impaciencia? ¿Podremos conquistar ese notable estado, la paciencia activa?