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Perspectivas

Pepe Novoa: “En la vida se renuevan los personajes, se multiplican las posibilidades” 

Pepe Novoa y su esposa, Elena, aceptaron gentilmente la invitación para el “paseo de primavera” de la edición de septiembre de la revista.

Por el equipo editorial de Aprender Salud. Nota publicada originalmente en la revista impresa, edición Septiembre 2012.

Pepe Novoa y su esposa, Elena, aceptaron gentilmente la invitación para el “paseo de primavera” de la edición de septiembre de la revista. Además, compartieron una cálida charla acerca del teatro, la vida y la importancia del transitar el camino bien dispuestos a los cambios. 
“Es que el destino, el devenir, los desafíos nos van pidiendo que asumamos roles que después cambian, aparecen otros que, incluso, nos sorprenden …..En el teatro todo esto es muy vívido y, por profesión, se entra y se sale de un personaje en cada función”, nos cuentan.

Pepe, comencemos por tu familia...
-En nuestra familia es muy fuerte la relación con lo humano. Yo elegí la actuación desde pequeño y Elena, que es psicóloga social, también es actriz y dirige teatro. De nuestros hijos, Paula es psicóloga; Laura, actriz y José Manuel, ambas cosas, se graduó como psicólogo y hoy, además, se desempeña como actor.

¿Cómo elegiste la actuación de tan chico?
-Desde pequeño me formé en el teatro, algo que me moldeó para siempre. Empezó como un juego de chicos cuando concurría al Teatro Municipal Infantil Labardén. Luego continuó en el conservatorio y después en el teatro independiente. También, a medida que me la actuación se convirtió en mi profesión, me interesé por los derechos de los actores, lo que me llevó a ser presidente de la Asociación Argentina de Actores.

Este aprendizaje teatral me permitió, ya con 75 años, estar contento con lo que puedo realizar, que todavía es mucho. A veces, ciertos achaques de la edad me hacen recordar otros tiempos pero lo acepto como parte de la vida, como acepto un rol en una obra.

¿Por qué te definís como un actor de teatro?
-Si bien puedo trabajar en televisión o cine, me considero un actor de teatro que se modifica en cada función de acuerdo al público, al estado emocional de ese día y otros factores. Y el placer que produce el contacto con el público se paga con el aplauso, que es una muestra de afecto, y con el compartir una comida después de actuar. El aplauso es como gritar un gol en la cancha: el actor tiene ese tipo de compensación y la busca con su representación. 


El teatro, en ese sentido, yo creo que hace bien. Como espectador, por un rato pienso en otra cosa, el personaje es otro pero experimento nuevas sensaciones en el cuerpo que ayudan a vivir mejor.

 

¿Qué desafíos te generan al desarrollar nuevos personajes?
-Yo pienso en el personaje que tengo que desarrollar ahora, no pienso en el que ya hice o el que tendré que realizar en el futuro. 
Pero al personaje de ahora le agrego mis particularidades de hoy, lo que me está sucediendo. Porque, como en la vida, ni todo es comedia, ni todo es drama. Una vez, a un personaje lo hice rengo porque tuve una tendinitis y, tras curarme, lo continué haciendo así ¡no iba a confundir al público! (risas).

¿Qué otras oportunidades te permite la experiencia?
-Hay personajes que uno ya no puede interpretar más pero aparecen muchos otros que, gracias a la edad, puedo desarrollar.
Se mantiene esa inquietud que nos permite estar vivos. Uno nunca se “tranquiliza” pero se conserva esa disposición anímica para encarar los proyectos que pertenecen a esta edad. No será realizar una larga carrera pedestre pero sí una larga competencia teatral, literaria, pictórica que podrás llevarla a cabo, incluso, mejor que en la juventud. Porque uno ha acumulado sobre sí la experiencia de los años pasados y, si no fue en vano, podrá cometer menos errores. Y en la medida en que uno trasciende los años se equivoca menos, en cualquier aspecto de la vida.

¿No tuviste que cambiar mucho entonces?
-Más bien adaptarme, ya no puedo hacer de un corredor de maratón pero son tantos los personajes que sí puedo y voy a hacer en el futuro...Y eso es en la medida de lo que uno puede jugar, el margen es muy grande.
En la vida se renuevan los personajes y se multiplican las posibilidades. Y muchos de ellos generan situaciones que posibilitan, favorecen, la salud.


Uno sigue haciendo cosas con jovialidad, manteniendo una llama de vida, que casi siempre es uno quien la puede apagar porque se excede, no se dio cuenta de ciertos límites que hay que evitar. 


Y es ahí cuando entra a jugar el plano de lo que se maneja como salud, que no es solamente conservar un estado biológico particular, sino alcanzar determinada edad y todavía -gracias a los avances científicos- poder seguir viviendo con proyectos, una coherencia.

Cuando un doctor aconseja determinado “papel”, ¿qué personaje desarrollás?
-Tengo muy buena relación con mis médicos, quizás porque ya hace más de una década que somos socios del Plan de Salud. Llevo a cabo los controles, me encuentro bien y trato, también, de cumplir sus recomendaciones. Con la comida, en especial, me ayuda Elena, quien me acompaña con los cuidados, ¡al final le alargué la vida! (risas).

Entonces, Elena ¿cómo funciona el equipo de salud en casa?
-Yo interpreto las recomendaciones del médico y las trato de practicar en casa, en especial con las comidas. Me fascina lo casero, preparar mermeladas u otras conservas. Cambiamos lo frito por otras preparaciones, por ejemplo. Lo interesante es que ambos modificamos la forma de comer.

Contás con gran ayuda Pepe...
-¡Sin dudas! Lo bueno es considerar las ambivalencias entre la mirada del hombre y de la mujer, que siempre le otorga más importancia al tema de la alimentación, el ejercicio, los controles periódicos. Reconozco que la salud tiene un espacio y que la vida tiene otro, que da la posibilidad de compensar. Yo no me voy a hacer el loco pero, ocasionalmente, uno se permite ciertas “licencias”, un salamín cada tanto...(risas)

¿Te sentís realizado?
-Sí, no pasa día en que yo no agradezca haber elegido esta profesión, que no se lo agradezca a mi mamá. Yo soy actor porque ella me anotó en la escuela de arte. Sabía que, como todos los chicos, podía agarrar para cualquier lado y me mostró ese mundo, que vuelvo a elegir todos los días...

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El Museo del Automóvil de Buenos Aires. Agradecemos a todo el personal que gentilmente nos abrió las puertas del museo. De la gran colección que allí se expone, elegimos para esta nota el Rolls Royce Twenty Tourer de 1929. Podés visitarlo En Irigoyen 2265, Capital Federal. Tel.: 4644-0828. Visitas guiadas para escuelas y grupos turísticos.  www.museodelautomovil.com