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Aprender Salud

Cuando la prevención nos trae incertidumbre...

Realizar un test diagnóstico de forma preventiva puede abrir una incógnita que, a veces, no se cierra por más que los resultados sean los esperados.

Basado en los conceptos provistos por la Dra. Karin Kopitowski, Jefa del Servicio de Medicina Familiar.

En una nota anterior mencionábamos la propuesta de la toma de decisiones compartidas, una herramienta para trabajar con el médico en la consulta. Lo hacíamos centrando la cuestión en tres preguntas que podían aplicarse a diversas situaciones: ¿Cuáles son mis opciones? ¿Cuáles son los beneficios y los daños? Y ¿Cuán frecuentes son estos?

En esta nota profundizamos sobre la importancia de las decisiones compartidas en la práctica preventiva habitual. Los efectos (¿esperados?) de un análisis de rutina, una radiografía o estudios más complejos. Tanto los indicados por el médico, como los “solicitados” por los pacientes.

 

El concepto de prevención. Unos de los avances más grandes del conocimiento científico es la posibilidad de actuar antes que el daño ocurra. El concepto de prevención, cuyo ejemplo más claro es una simple vacuna. Sin embargo, en la actualidad se presenta la necesidad de reflexionar sobre sus limites, sus alcances.

“El problema radica en creer que la medicina puede curar todo, en el entusiasmo por las pruebas diagnósticas de manera indiscriminada y en un deslumbramiento por la prevención bajo la premisa de que se debe y puede prevenir todo a cualquier costo y sin límites”, explica la Dra. Kopitoswki.

Si bien muchos son los beneficios, la prevención no es totalmente inocua. El limite de la prevención,  es “enfermar” a los sanos.

“Si bien en cada acto médico está presente el principio 'primero no dañar', en prevención la medicina no puede darse el lujo de hacerlo”, añade. Es que el paciente -sano- consulta para evitar un problema potencial en el futuro. A partir del riguroso balance entre daños y beneficios es que el equipo de salud, junto a la comunidad debidamente informada (y despojada de otros intereses), deben decidir si esa práctica se realiza o no.

La incertidumbre, un resultado inesperado

“La incertidumbre forma parte de la medicina pero muchas veces pareciera que en el consultorio no existe. La gente tiene que saber que siempre hay un grado de incertidumbre, más allá del conocimiento del profesional”, explica.

Un estudio de screening no siempre da el veredicto de sano o enfermo sino que, muchas veces, ampliará la información, producirá nuevas dudas, como si miráramos con una lupa nuestro rostro. Entonces, al “ampliar la imagen”, pueden aparecer arrugas, granitos, etc. No todo es “liso” como desde una visión lejana.

 

Un ejemplo es el Pap. Es un estudio que se recomienda realizar de forma frecuente en las mujeres y nadie duda de su utilidad. Aún así, llevarlo a cabo implica la posibilidad de un falso positivo, que es algo que genera mucha incertidumbre. O también puede detectar lesiones no relacionadas con el cáncer que requieren tratamiento. “En este ejemplo, la balanza entre los beneficios y los posibles efectos negativos se inclina por lo positivo, esto es claro, pero no es absoluto”, advierte.

 

¿Qué necesito que saber para compartir la decisión? En estos casos, que son muy frecuentes, hace falta conocer, preguntarle a su médico de confianza, la probabilidad que tiene ese estudio que me recomienda -o incluso que uno mismo le pide- de dar falsos positivos que implican otros estudios confirmatorios, con toda la preocupación y ansiedad que implica ese lapso. 

 

Hacia una  medicina centrada en la persona. Las decisiones se toman en función de los conocimientos científicos pero más por motivos relacionados con los valores, la biografía o los temores. 

“La prevención tiene un halo de inocuidad que no es real, también tiene sus riesgos, sus costos más allá de lo económico y no se puede universalizar. Queremos que la gente conozca estos temas, los charle con su médico en función de su situación particular y, de este modo, fortalecer la alianza de trabajo a través de la confianza y el compromiso. Compartiendo los objetivos en detalle, reconociendo la incertidumbre”, concluye.

 

El problema no es el costo económico del estudio sino la posibilidad de sufrir una incertidumbre mayor, una preocupación mayor. Ese sería un costo del estudio realizado “porque sí”. 

 

 

Para saber más: ¿Qué es un falso positivo?

 

Se trata de una falsa alarma. Se puede producir cuando se realiza una prueba diagnóstica, el resultado de dicha prueba es anormal y, sin embargo, los estudios posteriores confirman que la persona no estaba enferma.

Los daños derivados de los falsos positivos se relacionan con la ansiedad, el temor, las molestias de las pruebas diagnósticas, pero finalmente la situación suele aclararse y el paciente es reasegurado. 

Otros daños vinculados con los falsos positivos son los efectos adversos de los procedimientos que se realizan como consecuencia del resultado positivo. Estos efectos incluyen dolor, radiaciones, riesgos por la anestesia, entre otros.

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Los nuevos enfermos. Todos creemos y aceptamos que la medicina preventiva mejora la calidad de vida de las personas, pero no solemos cuestionarnos si su aplicación puede causar daño. El médico toma la presión de sus pacientes, los pesa, les pide análisis de colesterol y de glucemia; a las mujeres les realiza un Papanicolaou, les pide una mamografía y una densitometría ósea. Quiere cuidarlos; busca detectar riesgos y prevenir daños para ayudar a sus pacientes. En este proceso de búsqueda del riesgo se detectan enfermedades, y así aparecen los “nuevos enfermos”, personas que se sienten sanas a quienes el médico les ha encontrado un problema de salud. ¿Tiene sentido todo esto? ¿Todas las personas que el médico quiere cuidar se benefician con la detección precoz de las enfermedades? ¿Puede uno llamar enfermedades a estos hallazgos? Estos son los interrogantes del autor, un médico de familia que está convencido de la importancia de la medicina preventiva y sus pacientes acerca del impacto de ser catalogado como enfermo. Invitamos a compartir la lectura de este libro a todos aquellos interesados en esta apasionante reflexión, tanto a la comunidad en general como a los profesionales de la salud. Podés adquirirlo haciendo clic en la portada.

 

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Fuente: Revista Aprender Salud #26