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Aprender Salud

Lectores Escriben: El Sirio

Silvia Pugliese comparte el desafío que implicó acompañar a su hija de 41 años que realizó su rehabilitación en el Hospital que gestiona el Italiano.

En el mes de marzo de 2023 nuestra hija Lucía Galli Mainini, de 41 años, se enfermó de Guillain Barré, una enfermedad autoinmune muy dolorosa. Estuvo dos meses y medio internada en terapia intermedia del Hospital Italiano de Buenos Aires. Tuvo su cuerpo totalmente paralizado, sin habla, y con respirador, sonda nasogástrica, sonda urinaria etc etc. Un cuadro terrible (después nos fuimos enterando que a ella esta enfermedad le había tocado en una versión grave). 

La esperanza que nos daban era que si bien es una enfermedad de curso muy difícil, es recuperable. La atendieron con la excelencia que caracteriza a nuestro querido hospital y cuando comenzaron a retirarle las vías, las sondas, el respirador etc. debía ingresar a una unidad de mediana estancia (UME) que si bien pertenece al hospital está situada en el hospital Sirio Libanés y a esto quiero referirme en esta nota.

Del Sirio, como lo empezamos a nombrar, situado en Villa Devoto, podría escribir páginas y páginas. Veníamos de Central, moderno, impactante por donde se lo mire y el Sirio en un primer momento nos llamó la atención por contraste. Es un lugar antiguo, algo desaliñado en sus instalaciones pero, y ahora con enorme emoción, puedo decir que nos encontramos con el mejor lugar en el que Lucía podía hacer su rehabilitación. 

Allí estuvo internada casi un mes y medio. No tengo palabras para decir la calidad humana, la eficiencia, la generosidad que encontramos en ese lugar. Todos, absolutamente todos, médicos, kinesiólogos,   fonoaudióloga, enfermeras, psicólogas, mucamas, personal de limpieza, nos han brindado lo mejor de sí mismos. Lucía entró allí sin poder ni siquiera sentarse y gracias al trabajo de toda esta maravillosa gente salió prácticamente caminando. 

Los trabajadores del Sirio constituyen un equipo sólido, generoso, amoroso que colaboró a que este "milagro" sucediera. Es un lugar pequeño, unas doce camas, los pacientes son, en su mayoría gente mayor pero esta actitud se daba con todos por igual. Y la rehabilitación se hizo con la palabra, con ejercicios, con rica comida que la hizo empezar a recuperar parte del peso perdido, y con el ajuste paulatino de la medicación que traía de Central, en el día a día con los médicos.

Le fueron enseñando a recuperar todo  aquello que se necesita en la vida cotidiana. Ir al baño,  comer sin ayuda,  vestirse sola,  empezar a desplazarse en silla de ruedas, después con andador. El lugar tiene un jardín antiguo, mágico. No ponían ningún tipo de restricción a todo aquello que pensaban y sabían que a Lu le podía hacer bien, recibir a sus amigas, a sus hijitas, que se divertían buscando a los gatitos del jardín o usando la silla de ruedas. Donde una empujaba a la otra y se reían a carcajadas.

Tenían terapia de grupo, terapia ocupacional, rehabilitación neuro fascial, música, gimnasia y cada tanto reuniones con los médicos y psicólogas y los familiares que estuviéramos presentes en el cuarto para hablar de las inquietudes que podíamos tener, sobre todo cuando se empezaba a hablar del regreso a su casa.

Una de las cosas más importantes y eficaces fue que la rehabilitación se hacía teniendo en cuenta cuáles habrían de ser las necesidades concretas de Lu a su egreso. Por ejemplo, pidieron fotos y planos de su casa. Si había escalera etc.  altura de la cama, escalones que hubieren en distintos lugares. Entonces todos los ejercicios estaban destinados a cubrir sus necesidades reales. Y así fue que la adaptación a su casa fue increíblemente rápida.

No quiero dejar de mencionar el afecto y comprensión que recibíamos los familiares y amigos. El broche de Oro fue haber recibido a fines de diciembre una invitación a un brindis que se realizaría con motivo de la despedida del año. Allí volvimos a encontrarnos con esa gente maravillosa, cohesionada y alegre, contenta y emocionada de recibirnos a nosotros y a otros ex pacientes que junto a los actualmente internados y a todo el equipo prepararon, en el jardín, una lindísima mesa con cosas ricas y una suelta de globos donde expresábamos mentalmente cuál era nuestro deseo para este 2024. Y reímos, nos emocionamos, nos abrazamos celebrando la vida porque “el Sirio”, si bien es un lugar para gente que llega con muchos problemas y dolores, es un lugar de alegría y vida.

Silvia Pugliese
Buenos Aires, Enero de 2024

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Publicado en Aprender Salud Contenidos educativos del Hospital Italiano de Bs. As. Marzo 2024