Aprender Salud
Historias del Italiano: Miguelina
Los invitamos a conocer la vida de una científica argentina que estudió en Harvard y continúa activa a sus 94 años.
Los invitamos a conocer la vida de una científica argentina que estudió en Harvard y continúa activa a sus 94 años. Sumando una perspectiva original de quien decidió vivir sin casarse ni tener hijos, y no tuvo como obstáculo la soledad.
“¿Ustedes quieren entrevistarme por mi condición de sobreviviente o por la de investigadora?” Así, sin anestesia, nos encaró Miguelina Guirao la primera vez que la vimos. Fue durante los talleres mensuales de prevención de caídas organizados por el Servicio de Kinesiología. Nos llamó la atención su acertada intervención sobre el sistema vestibular y el rol de la percepción a la hora de mantener el equilibrio. ¿Había una historia interesante detrás de esa perspicaz mujer?
Así fue que decidimos conocer un poco más sobre la vida y obra de esta científica argentina de 94 años, buscando reflexionar sobre los posibles caminos para alcanzar a una vejez “exitosa”. Sumando una perspectiva original de quien decidió vivir sin casarse ni tener hijos y no tuvo como obstáculo la soledad.
Las preguntas más esenciales por cómo vivimos, sentimos y hacemos la han acompañado toda su vida. Detrás de ese interrogante, Miguelina fue pasando de una disciplina a otra. Comenzó estudiando Filosofía, siguió con un tema de tesis doctoral en Psicología Experimental en la Universidad Católica de Milán y hasta llegó a la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, donde se dedicó a la investigación sobre un tema de las neurociencias: los sentidos y la percepción.
Los sentidos, bases de la percepción
Este es el título del libro que escribió Miguelina. Resume una vida de investigación sobre cómo están conformados los sistemas a través de los cuales los seres humanos captamos los diferentes estímulos del mundo y los procesamos a través de nuestros sentidos en sonidos, olores, imágenes, texturas, sabores... Este libro editado en España (Alhambra) es actualmente material de estudio en niveles universitarios y Miguelina obsequió un ejemplar para la biblioteca del Hospital (ver fotos).
“Los sentidos son como filtros que reciben la energía externa y la transforman en sensaciones. Así, los estímulos físicos, químicos y mecánicos como el espectro visible, las ondas sonoras, la temperatura, sustancias químicas y otras formas de energía, se transforman en sensaciones de luz, sonidos, frío, calor, gusto, olfato, movimiento y muchas otras. La energía que nos rodea es toda la misma pero los receptores sensoriales son diferentes y esto es lo que diferencia lo que percibimos”, nos introdujo Miguelina.
Ingresó al CONICET, alcanzó la categoría más alta de la Carrera de Investigador Científico, creó y dirigió por décadas el Laboratorio de Investigaciones Sensoriales, que funciona en el Hospital de Clínicas.
Justamente fue su propia percepción de que estaba teniendo alteraciones en el equilibrio lo que la llevó a plantearle a su médica la posibilidad de acudir a una rehabilitación para prevenir las caídas: “Siempre me gustaron los deportes. En la secundaria practicaba básquet y – ya graduada – en Italia empecé con el esquí, que es una gran actividad para el equilibrio. Seguí practicando en los países donde estuve trabajando. Con los años empecé a notar que ya no tenía la misma seguridad que antes para moverme a diario”, nos comentaba luego de hacer los ejercicios indicados para fortalecer la marcha.
¿Cómo percibimos el paso del tiempo?
El paso del tiempo es algo que a Miguelina siempre le interesó y que, por supuesto, también estudió; ya que todo lo que percibimos está relacionado con nuestros sentidos. Un tema que no es menor para un adulto mayor.
“Para la gente mayor, el tiempo transcurre mucho más rápido. La gente grande puede pasar un tiempo prolongado inactiva sin hacer nada y, sin embargo, no aburrirse. Para los jóvenes, en cambio, como tienen el reloj biológico más acelerado, todo pasa más lento. Esto se hace más evidente en los niños, que para no aburrirse necesitan estar activos”, nos cuenta.
Este tema nos lleva a reflexionar sobre su vida, que pasó casi por completo dedicada a la ciencia, dejando de lado los mandatos de la época para una mujer: “Para aquel entonces (década de 1950), no existían muchas mujeres interesadas por la investigación, esto era así también en Estados Unidos. De hecho en el equipo de Harvard donde trabajaba con mi director, el Doctor Stevens,1 yo era la única mujer”, comenta.
Pasando de un tema a otro, atravesó la filosofía, la psicología y la neurociencia. En síntesis, Miguelina pasó por una vida multidisciplinaria.
Las ventajas y las desventajas de ser adulto mayor. Le hicimos esta pregunta y Miguelina nos contestó que tener una vejez “exitosa” conlleva ventajas como las de no tener apuro, hacer lo que uno tiene ganas ese día o poder decir lo que uno piensa: “La experiencia es una de las mayores ventajas, nos ayuda a anticiparnos a lo que va a suceder y a entender a los demás”.
¿Y las desventajas? “Sin dudas, las pérdidas de familiares y amigos. Además, por la falta de contacto social, muchos mayores suelen sentir soledad. Otra desventaja es el desgaste fisiológico. A mí me pasa que conservo la mente bastante lúcida pero el cuerpo no me responde de la misma manera”, completó.
Adelantada a su época, a contramano de los mandatos sociales
Si uno sacara cuentas, no alcanzaría el tiempo de una vida para realizar todo lo que Miguelina logró. Escribir un libro es casi anecdótico al lado de haber viajado por todo el mundo, haber estudiado con maestros celebres, haberse dedicado a la investigación científica, formar discípulos y practicar deportes. Incluso haber roto con los mandatos sociales de la época: Miguelina decidió no casarse ni tener hijos y no tuvo como obstáculo la soledad. Y cuando le preguntamos sobre la clave para llegar tan bien a los 94, no dudó en contestar siguiendo un viejo dicho “sin marido, sin hijos, sin deudores y sin acreedores”.
Becada en las universidades más prestigiosas del mundo – Harvard, Columbia, Milán – ha tenido a cargo a grupos de investigación y dedicado su vida a la vocación de aprender.
Sabiduría, alegría, energía y empuje
Por la Lic. María Elena Moresco, Servicio de Kinesiología.
En el Servicio de Kinesiología la conocimos porque llegó derivada por su médica para trabajar equilibrio. ¡Lo gracioso es que ella misma le pidió a su médica venir!
Dedicó su vida al estudio y la investigación científica, viajó por Estados Unidos, Europa, China y más. Tiene su rutina bien pautada. No piensa dejar de trabajar, sigue yendo al Hospital de Clínicas del CONICET, maneja su auto pero toma precauciones de no conducir largas distancias. Apasionada por el esquí y los deportes, es generosa y se preocupa por los demás, por su cuidado, bienestar y preparación académica. Atenderla es alegría y felicidad absoluta. Es más lo que ella nos da a nosotros de lo que nosotros podemos ayudarla.
Saber decir “no entiendo”
En uno de sus momentos más críticos en su etapa de investigación, Miguelina se planteó abandonar sus estudios en Harvard y volver a Columbia. Tuvo una de las charlas más reveladoras de su vida con su admirado profesor Stevens y así la recuerda:
M: -Me quiero ir. Quiero volver a Columbia
S: -¿Por qué?
M: -Porque, entre otras cosas, no comprendo su ley.
S: -Usted no entiende y dice ´no entiendo´. Otra gente no entiende y dice tonterías. Así que usted se queda, usted sirve para esto. La he observado y tiene vocación por la investigación.

Hospital Italiano: testimonios y nostalgias. Como todas las instituciones, el Hospital Italiano de Buenos Aires está conformado por su arquitectura y por la gente que trabaja y circula por él todos los días. Muchas personas tienen un vínculo afectivo singular con este hospital. Una de ellas es el doctor Francisco Loyúdice. En este libro, de carácter autobiográfico, el autor relata sus experiencias relacionadas con la vida institucional del Hospital Italiano, en los sesenta años de destacada actividad médica que ambos compartieron.
Esta nueva edición de Hospital Italiano. Testimonios y nostalgias es una evocación, difícilmente superable y de poderosa originalidad, de una parte de la historia de la medicina argentina del siglo XX, de sus avatares, sus protagonistas y su peculiar ambiente, llevada a cabo por quien ostenta dentro de ella un lugar sobresaliente. Adquirilo haciendo clic en su portada.

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Publicado en Aprender Salud - Octubre 2019