Aprender Salud
Un desafío familiar: cuidar a un adulto mayor
Nos proponemos tocar un tema sensible del que poco se habla: ¿Qué sucede cuando el cuidado de familiares y seres queridos queda en nuestras manos?
Nos proponemos tocar un tema sensible del que poco se habla: ¿Qué sucede cuando el cuidado de familiares y seres queridos queda en nuestras manos? ¿Cómo elegir correctamente a un cuidador? Profesionales y pacientes nos responden.
En muchas ocasiones, un abuelo, una madre o alguien cercano puede requerir del rol de un cuidador, ya sea por una situación temporal (luego de una cirugía o un tratamiento) o de forma crónica, permanente. Esta es una situación compleja tanto para el paciente como para su entorno.
Las posibilidades de cada familia no siempre son las mismas y nos permitirán elegir entre más o menos opciones. Hay quienes pueden contratar a un cuidador externo pero hay quienes deben hacerse cargo ellos mismos.
A continuación, con el aporte de los profesionales y las voces de la comunidad, indagamos sobre estas dos situaciones frecuentes y exploramos algunas ideas útiles, tanto para quienes deban asumir el cuidado del familiar, como para quienes decidan contratar uno.
Tengo que cuidar a un familiar ¿y a mí quién me cuida?
En general, ante una enfermedad o limitación física de un paciente, si hay familiares cercanos y la necesidad de cuidados, alguien asumirá en algún momento – y casi sin darse cuenta – el rol de cuidador principal, nos aclara la Dra. Mariela González Salvia de la Sección Medicina Geriátrica, Servicio de Clínica Médica, quien nos responde sobre el tema.
¿Qué es lo que desgasta más al cuidador?
Lo que más desgasta suelen ser los problemas conductuales y, si convive con el paciente, las alteraciones del sueño o durante la madrugada. Por estas cuestiones, el desgaste y la sobrecarga suelen ser mayores para quienes conviven.
¿Cuáles son las primeras señales que pueden advertir a un cuidador de que necesita descanso?
Son muy variables en función de cada persona. Pero es fundamental que todos aquellos que cuidan, sepan que el fantasma de la sobrecarga siempre está presente. Se conoce de esta manera a aquella situación en la cual la persona que cuida presenta sobrecarga psíquica (irritabilidad, insomnio, cansancio extremo, dificultad para concentrarse, olvidos, depresión, etc.), física (malestar digestivo, dolores de cabeza, dolores musculares, etc.), económica y/o social (aislamiento). Lo importante es estar atentos a los propios síntomas, conocer la existencia de este síndrome y tomar algunas medidas para prevenirlo.
Es fundamental tener en cuenta tanto al enfermo como a su cuidador, ya que nadie puede estar presente las 24 hs, del día los 365 días del año.
¿Cómo se puede prever esto para planificar un descanso?
Esas medidas suelen estar relacionadas con la posibilidad de tener algún tiempo libre para descansar, o bien para realizar actividades que les puedan resultar placenteras. Es importante aclarar que tomar tiempo de descanso no significa descuidar a la persona enferma, ya que la mayoría de los cuidadores sienten culpa al hacerlo. Ese tiempo es necesario para poder estar bien y seguir cumpliendo su rol de cuidadores.
La forma de hacerlo es programar ese tiempo dentro de la rutina semanal de la persona a la que se cuida. Si hay más familia, pedir a otros miembros que se encarguen de los cuidados. Y si no la hay -y no es posible contratar a una persona por limitaciones económicas- pueden asesorarse con el médico o el servicio social del Hospital, o pedir apoyo en asociaciones o comunidades religiosas.
¿Cómo influye el apoyo del resto de la familia?
Si hay más familia es muy importante que se organicen para brindar apoyo. Es posible y esperable que no todos puedan colaborar de la misma manera, ya que algunos estarán más cerca física y emocionalmente que otros. Organizar una reunión familiar puede ser de utilidad para armar una estrategia de cuidados.
Para algunas enfermedades existen asociaciones de familiares y grupos de ayuda mutua que podrían ser importantes para brindar apoyo emocional, información sobre las enfermedades y estrategias de manejo cotidiano.
Es muy importante conocer un poco sobre la enfermedad que presente la persona a la que están cuidando y contar con ayuda. La información pueden solicitarla al médico y la ayuda a allegados, familiares, vecinos, amigos, etc.
La comunidad opina
Confieso que he cuidado
En una publicación sobre este tema, miembros de la comunidad de Facebook respondieron sobre cómo transitaron la situación particular de cuidar a un familiar. Compartimos sus comentarios.
Sobre la tarea de cuidar:
· “Estoy pasando por esa situación y me pregunto, ¿Y a mí quién me cuida ? ¿Vieron si estoy en condiciones ?¿Me preguntaron, me prepararon?” Eleonora.
· “¿Tarea difícil ? Si la hay, es esa. A mí me han llegado a decir que hay gente más preparada que otra... Para lavarse las manos...” Teresa.
· “Es ardua y penosa, se debe tomar descanso para relajar de lo contrario el cuerpo envía factura. No esperemos ese momento, deleguemos la tarea.” Gachi.
Las dificultades de no cuidarse a uno mismo:
· “El tema es que no te das cuenta o, al menos, yo no me daba cuenta de cuidarme a mí. Estaba tan pendiente de mi mamá que te olvidás de vos hasta que te relajás un poco y el cuerpo te empieza a pasar factura.” Flor.
· “Todos tienen familia, como si el que la cuida no la tuviese. Así le pasa a la gran mayoría: pagar no quieren, ayudar menos y de compromisos ni hablar. Lo que sí tienen es un gran desamor, y hablo con conocimiento de causa . ¡Ahhhhh eso sí! En el momento del reparto, nada les alcanza...” María Elvira.
Una forma de “devolver” todo lo que recibieron:
· “Para mí fue una experiencia muy exigente y más que dolorosa atender y acompañar a mi madre en sus últimos años y en los últimos meses de agonía tras una terrible enfermedad. Sin embargo agradezco haber sabido y haber tenido la fortaleza que imponían las circunstancias. Creo que es parte de la vida acompañar en su despedida a los que nos trajeron al mundo y nos criaron.” Liliana.
· “Es un honor cuidar a nuestros ancianos pero nos quedan recuerdos muy dolorosos, momentos difíciles, muchas lágrimas que nadie ve. Algunos vienen un ratito, toman el té y se van, pero siempre hay alguien que realmente se hace cargo y abraza a los padres ancianos hasta el final. Es doloroso pero digno. Luego se siente paz en la conciencia, pero el dolor vivido nunca se va. Ayudaría tener una contención Psicológica pero no siempre están los recursos”. Celia.
Si decidimos contratar a un cuidador
Desde el Hospital de día para adultos mayores del Hospital, el Dr. Pablo Osores y la Lic. Elena Hilda Opazo, elaboraron recientemente un documento en el que describen algunas estrategias a la hora de elegir un cuidador. A continuación, compartimos, de dicha fuente, un listado de características que conviene que tenga la persona que cumple ese rol.
1.-Que pueda pedir ayuda. El aspecto más importante es que cuente con la capacidad de reconocer cuando no puede manejar alguna situación. Conviene que tenga una tendencia a dar la alarma de algo si no se siente capacitado. Los cuidadores que tienen una actitud de autosuficiencia, que tratan de resolver todo por sí mismos, al principio dejan más tranquila a la familia, pero tienen tendencia a correr riesgos con los pacientes.
2.-La confianza. Es, evidentemente, otra característica necesaria en un cuidador contratado. Hay que tener presente que el paciente está en una condición sumamente vulnerable frente a los cuidadores. El familiar responsable tiene que poder confiar en la persona que deja a cargo. Idealmente se trata de alguien conocido, un familiar un poco más lejano o bien alguien recomendado por una persona segura.
La experiencia previa en tareas de cuidado de sujetos con necesidades especiales aporta mucho al trabajo del cuidador.
3.- Manejarse con profesionalismo. Se lo va a reconocer porque es estricto en el cumplimiento de las normas que le fijemos, va a saber priorizar las responsabilidades por sobre otros temas. Por ejemplo: si cumple regularmente con el esquema de medicación sugerido para los pacientes y llega a horario a todos los turnos. En general, esta característica es muy apreciada por las familias, pero no tanto por los pacientes.
4.- Que sea afectuoso. De acuerdo a lo que nos dicen nuestros pacientes, es muy valorado que el cuidador pueda disfrutar de su trabajo. Que lo lleve en la sangre. Se refieren a que sea un sujeto predispuesto a desempeñar un rol asistencial. Quizás suene como algo muy poco preciso, pero cuando se está frente a un sujeto con esa actitud, resulta evidente. Si tiene vocación, es servicial con sus asistidos, es paciente, trata de ser empático.
¿Qué tener en cuenta a la hora de entrevistarlo?
No es fácil reconocer todas estas características en una entrevista para contratar a un cuidador. Lo más importante son las referencias y los antecedentes laborales. Sin embargo, hemos recopilado algunas estrategias al conocer a un candidato/a.
Una posibilidad: pedirle que describa cómo se imagina un día de cuidado del paciente. El objetivo es reconocer cuánto sabe el sujeto de acompañar, qué experiencia tiene con los adultos mayores. ¿Va a contar cosas acerca de sí mismo?, ¿Va a hacer hincapié en aspectos más empáticos y de acompañamiento, o se va a mostrar más rigurosos y preciso con los horarios y las rutinas? En todo caso, uno debería estar atento a que no se exceda en cualquier sentido.
El carácter. Además, de acuerdo a su presentación será posible, dentro de las limitaciones del caso, interpretar que tan correcto es en su trato. Reconocer algunos elementos del carácter son importantes a tener en cuenta. Por ejemplo, que no sea demasiado impetuoso si el paciente es un sujeto más bien apático. Siempre buscando que pueda congeniar con el que va a ser asistido. En ese sentido también resulta útil que comparta los mismos valores morales y espirituales del paciente.
Ser paciente. Para terminar, queremos destacar un aspecto difícil de definir. Se trata de que pueda ser tolerante de los tiempos de su asistido, que pueda pasar el tiempo acompañando, no siempre lo importante es lo que haga, si no que pueda compartir con el otro. Esto puede parecer sencillo pero saber acompañar es un aprendizaje mutuo que lleva mucho tiempo.
Durante la entrevista se le pueden también plantear objeciones a su relato o escenarios alternativos para percibir el grado de adaptabilidad y de capacidad de escucha del entrevistado.
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