Aprender Salud
Me duele la espalda: ¿Cómo pierdo el miedo a moverme? ¿Qué puedo hacer para estar mejor?
Pacientes con lumbalgias benignas, inespecíficas deben sortear un difícil obstáculo: perder ese terror de mover los músculos por miedo a sentir dolor.
Por el equipo editorial de Aprender Salud. Supervisión: Lic. Osvaldo Patiño, Servicio de Kinesiología. Publicado en la edición de Junio 2016.
“Cuando me muevo, me duele, es la primera frase que escuchamos en la mayoría de los pacientes con dolores de espalda inespecíficos o lumbalgia crónica”, destaca la Lic. Graciana García, Jefa de Consultorios Externos del Servicio de Kinesiología, a quien entrevistamos. Y -dado que el movimiento es el “remedio” indicado para mejorar esta situación- superar la barrera del miedo es el gran desafío que abordamos en esta nota.
Un dolor inespecífico, una suma de pequeñas causas. Este tipo de dolores de espalda recurrentes -que nunca se terminan de ir- son diagnosticados como “inespecíficos”, esto quiere decir que sus causas dependen de muchos factores que suelen estar sumados: como sobrepeso, mala postura, malos movimientos durante el trabajo o la actividad en la casa, etc. También factores emocionales, sociales. “Por eso el calor, los masajes, alivian momentáneamente pero no curan, son pan para hoy y hambre para mañana”, explica.
Dejar de pensar que es imposible. Los pacientes llegan a la evaluación kinésica por derivación médica y un primer paso es entender que son problemas que tienen solución: “¿Qué te pasó? ¿Por qué estás así? ¿Te bloqueaste por algo? ¿Tenés que bajar de peso? Son algunas preguntas que nos dan pistas y ayudan al paciente a tomar confianza”, detalla la Lic. García.
Salir de una postura rígida, de defensa. El miedo al dolor hace que uno, por ejemplo, se mueva despacito, pida ayuda para acostarse (el famoso sosteneme, agarrame) y limite cada vez más el movimiento. Esto impide flexibilizar la columna, activar la circulación en los músculos y fortalecerlos. “Es muy importante sacarse ese catastrofismo o kinesiofobia: dejar de pensar que el movimiento trae dolor”, remarca.
Incluso esto es válido aunque el paciente venga arrastrando estos dolores desde hace muchos años, tenga desgaste articular, artrosis o una hernia discal. “Nada de esto es una catástrofe, si el diagnóstico médico indica que es benigno, funcional, entonces hay mucho para hacer desde el movimiento”, explica.
Una vez que el miedo va cediendo, se avanza de a poco
Como mencionamos en una nota anterior, actualmente la kinesiología trabaja desde un nuevo concepto: la participación activa del paciente en la recuperación. “Es por ello que al comienzo del tratamiento se indican ejercicios suaves, específicos y dosificados. Pero el cumplimiento es una tarea del paciente”, señala la Lic. García.
Nuevos recursos: videos y materiales educativos de refuerzo. “Junto al Comité de Educación e HIBA TV desarrollamos una serie de videos que complementan la consulta y sirven para que los pacientes tengan una referencia visual del trabajo que deben realizar en sus casas”, señala. Y aclara: “pero a cada paciente se le indica un grupo determinado de ejercicios y repeticiones según su patología”.
Recuperando el movimiento. Paulatinamente se vuelve a las rutinas diarias, hasta encontrar una actividad física que sea aeróbica, no tenga impacto en su situación y -sobre todo- se adapte a los gustos del paciente. “Le tiene que gustar para que la mantenga en el tiempo y sea exitoso, de lo contrario es frustrante”, señala.
“Algo tan sencillo como caminar sirve para tomar confianza.”
Caminar activa al corazón, viaja más sangre a las células, hay mayor aporte de oxígeno, de nutrientes, se liberan endorfinas... Te sentís mejor. “Y algo tan sencillo como caminar sirve para tomar confianza. También la natación o algún tipo de danza (siempre de bajo impacto), stretching o chi kung, yoga. ¡Hay muchísimas posibilidades!”, concluye.
Acciones que previenen
“No existe la postura ideal. Ninguna -las buenas tampoco- se pueden mantener durante mucho tiempo. ¡La ley de gravedad es tan influyente!”, explica Graciana García. Compartimos algunos consejos que pueden ayudar a prevenir, tanto para quienes se recuperaron como para los que nunca padecieron dolores de espalda.
Intercalar posturas 1. Estar sentado mucho tiempo -en el trabajo, en el sillón- aumenta la carga sobre la zona lumbar, en esa posición el peso del cuerpo recae sobre la columna, la presión intradiscal es mayor. Lo que siempre se recomienda es hacer una pausa por hora, pararse, moverse y así liberar esa presión y elongar los músculos.
Intercalar posturas 2. De pie también habrá que ir repartiendo de forma diferente el peso, al trabajar, planchar, cocinar. En la cocina se puede abrir una puerta bajo la mesada y apoyar un pie en la banquina o cortar verduras sentado, etc.
Al agacharse, flexionar las rodillas. Manteniendo la curva lumbar en lugar de inclinarse, esto es muy frecuente ¿cuántas veces al día uno se agacha a levantar algo del piso?
Evitar flexión con rotación de la columna. El ejemplo típico es al descargar el baúl del auto o trasladar una maceta, cuando se flexiona la columna hacia adelante y se gira el cuerpo. Ese movimiento se desaconseja.
La mochila, bien cortita. Como mucho hasta donde empieza la cintura, no más abajo. Si se usa muy baja, la mochila tira para atrás. Y esto se suele compensar con malos movimientos: encorvar la espalda hacia adelante y levantar el cuello para mirar al frente.
Para descansar, una cama. No sirve el somier para quienes tienen problemas de columna lumbar. La cama de tirantes o flejes de madera es recomendada para quienes tienes estos problemas. Se aconseja un colchón alto, de 24 cm y una densidad de 30 kg/m3.
Ni taco stiletto, ni chatitas. La elección del calzado, cuando se sufre de dolores lumbares, nos lleva a detenernos. El taco mayor a cinco centímetros aumenta la curva de la columna y provoca una tensión en los músculos posteriores del cuerpo, mientras que las chatitas no pueden absorber el impacto al caminar, lo que repercute en las articulaciones. Además, el talón de aquiles se va acortando con los años, lo que puede provocar la sensación de irse para atrás. Lo ideal es un taco entre 2,5 y 3 cm. con suela de goma que amortigüe.
Ejercicios de elongación y de fortalecimiento. Lo ideal es que sean indicados en forma personalizada, pero destacamos su gran utilidad para la mejoría de esta situación. Lo invitamos a releer la serie de notas “Me tomo 5 minutos” que publicamos entre junio de 2014 y septiembre de 2015.
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